Estancia jesuítica Santa Catalina

A 70 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, encontramos la Estancia de Santa Catalina, localizada en un encantador paraje rural rodeado de naturaleza. Durante los siglos XVII y XVIII, constituyó uno de los mayores centros productivos de los jesuitas en la región. Poseía numerosos árboles frutales, más de 20.000 cepas de vid y miles de cabezas de ganado vacuno y ovino. Actualmente Santa Catalina forma parte de la red de estancias jesuíticas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La Estancia Jesuítica Santa Catalina destaca por su imponente iglesia de dos torres que constituye una de las obras de la arquitectura colonial más valiosas conservadas en Argentina. Además se pueden visitar los claustros, las galerías, los patios, los talleres, el tajamar, las huertas y las rancherías.

La mejor forma de visitar la Estancia es acompañado de un guía local para que nos explique los detalles arquitectónicos de la iglesia y nos cuente historias y anécdotas de la vida de los jesuitas de la época, mientras paseamos por el pequeño cementerio, los patios, y la huerta.

Como parte del Camino de los Jesuitas en la región, se puede recorrer el “Camino de las Estancias Jesuíticas”; un itinerario turístico cultural que permite conocer la Manzana Jesuítica de Córdoba y las cinco estancias jesuíticas declaradas patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO:

Estancia Jesuítica Alta Gracia

El Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers se encuentra a 40 kilómetros al suroeste de la ciudad de Córdoba. Fue construida en 1643 y constituye un atractivo turístico de gran valor, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.

El museo ofrece visitas guiadas donde se explican los distintos usos que se dieron a la estancia a través de diversas salas ambientadas. Al acceder, lo primero que llama la atención es el gran patio principal con su elegante escalinata. La iglesia destaca por su fachada sin torres. Su arquitectura denota curvas interrumpidas y pilastras de influencia de barroco italiano tardío.

Junto a la iglesia aparece la residencia construida sobre una planta en forma de «L» y donde se encuentra el actual museo desde 1977. En su interior se resguarda una importante colección de objetos de los siglos XVII, XVIII y XIX, así como exposiciones temporarias y un nutrido programa anual de actividades culturales (conciertos, conferencias, cursos, etc.).

Como parte del Camino de los Jesuitas en la región, se puede recorrer el “Camino de las Estancias Jesuíticas”; un itinerario turístico cultural que permite conocer la Manzana Jesuítica de Córdoba y las cinco estancias jesuíticas declaradas patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO:

 

Estancia Jesuítica Jesús María

La estancia jesuítica Jesús María fue construida en 1618 y se encuentra a únicamente a 4 kilómetros de la Estancia de Caroya. Ambas estancias, al igual que el resto que se encuentran en la región, fueron declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO en el año 2000.

La Estancia de Jesús María se dedicaba a la producción vinícola y dio lugar a la actual ciudad cordobesa de Jesús María. La estancia es hoy un Museo Nacional y se puede visitar la iglesia, la residencia, la bodega, los restos de antiguos molinos, el perchel y el tajamar a través de un recorrido autoguiado. La visita incluye testimonios que recrean los espacios productivos de la época y una explicación completa de como se fabricaba el vino.

La Estancia exhibe en su interior una importante muestra de objetos de los siglos XVII y XVIII, así como grabados, monedas y medallas de la época. Dentro de la casa, en la que habitaban los jesuitas, se atesoran objetos religiosos, tanto católicos como de los dioses adorados por los pueblos originarios de la región.

Como parte del Camino de los Jesuitas en la región, se puede recorrer el “Camino de las Estancias Jesuíticas”; un itinerario turístico cultural que permite conocer la Manzana Jesuítica de Córdoba y las cinco estancias jesuíticas declaradas patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO:

 

Estancia Jesuítica Caroya

La Estancia Jesuítica de Caroya se encuentra a 50 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, en la localidad de Colonia Caroya. Esta estancia fue el primer establecimiento rural organizado que poseyeron los jesuitas en 1616. Junto a las otras estancias jesuíticas de la provincia de Córdoba, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El conjunto edificado de la Estancia Caroya conserva la estructura colonial original con algunas modificaciones que se realizaron a comienzos del siglo XIX. En su interior, está compuesta por un patio central en claustro y la Capilla original del siglo XVII con paredes de piedra y una imagen de la Virgen de Monserrat en el altar. Además, cuenta con un perchel, el tajamar, restos del molino y de las acequias, y las áreas dedicadas a quinta.

Actualmente, en la Estancia Jesuítica Caroya se puede realizar una visita guiada por el actual Museo Histórico y de los Inmigrantes, donde se conservan muebles y objetos de la época colonial de gran valor. La visita incluye recorridos por el predio donde se podrán conocer los sistemas productivos y técnicos empleados por los jesuitas.

Como parte del Camino de los Jesuitas en la región, se puede recorrer el “Camino de las Estancias Jesuíticas”; un itinerario turístico cultural que permite conocer la Manzana Jesuítica de Córdoba y las cinco estancias jesuíticas declaradas patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO:

Manzana Jesuítica de Córdoba

La Manzana Jesuítica de Córdoba es un conjunto histórico y monumental de incalculable valor, construido durante el siglo XVII, cuando Córdoba pertenecía a la provincia jesuítica del Paraguay. Los jesuitas se establecieron en esta zona en 1599, y Córdoba pasó a ser el punto central de las tareas productivas y de evangelización de la Compañía de Jesús.

Primeramente se construyó la Iglesia Principal de la Compañía de Jesús, el Colegio Máximo y el Convictorio, a partir de los cuales se comenzaría a desarrollar la labor espiritual y educativa, dando origen a la Universidad Nacional de Córdoba y al Colegio Nacional de Monserrat.

La Manzana Jesuítica de Córdoba se sitúa actualmente en pleno centro histórico de la ciudad. En ella se condensan algunas de las máximas expresiones del arte barroco en Latinoamérica, como es el caso de las bóvedas pintadas y los retablos de la Iglesia y la Capilla Doméstica. Todo el conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000.​

Como parte del Camino de los Jesuitas en la región, se puede recorrer el “Camino de las Estancias Jesuíticas”; un itinerario turístico cultural que permite conocer las cinco estancias jesuíticas declaradas patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO:

Nuestra Señora de Loreto

La misión jesuítica guaraní de Nuestra Señora de Loreto fue fundada en 1610 por los Padres José Cataldino y Simón Masseta, en el Guayrá, en la ribera izquierda del río Pirapó. Después de algunos asientos provisorios, se estableció en 1686 en el lugar donde hoy quedan sus ruinas.

Durante el período jesuítico la reducción de Loreto fue un centro de peregrinación para el pueblo guaraní-misionero. En la reducción se hallaba una vía procesional que vinculaba la Capilla de la Virgen de Loreto, ubicada a las afueras del pueblo, la tumba del P. Antonio Ruiz de Montoya, cuyos restos eran venerados en el templo y la Capilla del Monte del Calvario que se ubicaba en a 1.300 metros en el extremo opuesto a la Capilla de la Virgen.

La Capilla de Loreto poseía un campanario y una “lámpara pequeña”, según referencias del inventario realizado en 1768. La presencia de columnas de piedra y la misma gradería de la capilla indican que la construcción aún estaba en remodelación en el año 1749, y probablemente toda la obra date de fines de la primera mitad del siglo XVIII, momentos en que se produjo la mayor renovación arquitectónica en la reducción de Loreto.

La presencia de un amplio espacio abierto, o plazuela, delimitada por la Capilla, el cotiguazú y las tiras de viviendas, denotan la significación ceremonial del sector. A esto se suma la considerable elevación de la plataforma sobre la que se construyó la edificación, instalada sobre el inicio de una calle que en línea recta se dirige hacia el templo, la plaza y el frente de la residencia, culminando en la capilla del Monte del Calvario, ubicada a 1.300 metros  de la Capilla de la Virgen.

La Capilla de la Virgen no constituía un hecho arquitectónico aislado. Era parte componente de un complejo religioso integrado por tres ámbitos que se integraban en una lineal vía procesional. Esta vía estaba compuesta por la Capilla de la Virgen, el Templo, sitio donde reposaban los restos del Padre Montoya, y la Capilla del Monte del Calvario, punto culminante de la vía procesional, especialmente durante la Semana Santa. Mucho influyó en esto seguramente las indulgencias plenarias concedidas por Roma para la Capilla de la Virgen y el Templo de Loreto.

La Vía Procesional se mantiene como una experiencia vivencial en el conjunto guaraní jesuítico de Loreto, siendo recreada por peregrinos todos los años durante el Viernes Santo.

Ruinas de San Ignacio Miní

La misión jesuítica de San Ignacio Miní se fundó en 1610 por los Padres José Cataldino y Simón Masseta en la rivera izquierda del río Paranápanema con el objetivo de evangelizar a los nativos guaraníes. En 1696 después de algunos asientos provisionales, se establece donde hoy se aprecian los valiosos restos de sus ruinas jesuíticas, en una pequeña reserva fiscal, rodeada por el trazado urbano de la moderna ciudad de San Ignacio, en la provincia argentina de Misiones.

Es la más completa de todas las misiones jesuíticas conservadas en, lo que es hoy, la Provincia de Misiones. El monumento está totalmente cercado y resguardado. Estos restos han sido reconstruidos durante el período 1940-1950.

Prácticamente todo el conjunto urbano estuvo construido en roca arenisca rosada y en menor medida en roca itacurú. Los trabajos de restauración que se ejecutaron en el sitio permiten que podamos apreciar con exactitud lo que fuera la trama urbana de la reducción jesuítica. El templo, la residencia o colegio, los talleres y las viviendas indígenas pueden ser apreciadas en todos sus aspectos funcionales, lográndose una idea acabada de lo que implicaba la vida cotidiana en una reducción jesuítica.

La fachada del templo, los portales de los accesos laterales al templo y el pórtico de la sacristía constituyen obras únicas del barroco misionero-guaraní. Se trata de componentes, junto con la residencia o colegio con sus pisos y corredores y escalinatas originales, que distinguen a San Ignacio Miní y la hacen única en el contexto de los demás conjuntos jesuíticos.

La distancia que separa San Ignacio de Posadas, la capital de la provincia de Misiones, es de unos 60 km. y se puede acceder fácilmente por carretera.

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