La misión jesuítica de San Ignacio Miní se fundó en 1610 por los Padres José Cataldino y Simón Masseta en la rivera izquierda del río Paranápanema con el objetivo de evangelizar a los nativos guaraníes. En 1696 después de algunos asientos provisionales, se establece donde hoy se aprecian los valiosos restos de sus ruinas jesuíticas, en una pequeña reserva fiscal, rodeada por el trazado urbano de la moderna ciudad de San Ignacio, en la provincia argentina de Misiones.
Es la más completa de todas las misiones jesuíticas conservadas en, lo que es hoy, la Provincia de Misiones. El monumento está totalmente cercado y resguardado. Estos restos han sido reconstruidos durante el período 1940-1950.
Prácticamente todo el conjunto urbano estuvo construido en roca arenisca rosada y en menor medida en roca itacurú. Los trabajos de restauración que se ejecutaron en el sitio permiten que podamos apreciar con exactitud lo que fuera la trama urbana de la reducción jesuítica. El templo, la residencia o colegio, los talleres y las viviendas indígenas pueden ser apreciadas en todos sus aspectos funcionales, lográndose una idea acabada de lo que implicaba la vida cotidiana en una reducción jesuítica.
La fachada del templo, los portales de los accesos laterales al templo y el pórtico de la sacristía constituyen obras únicas del barroco misionero-guaraní. Se trata de componentes, junto con la residencia o colegio con sus pisos y corredores y escalinatas originales, que distinguen a San Ignacio Miní y la hacen única en el contexto de los demás conjuntos jesuíticos.
La distancia que separa San Ignacio de Posadas, la capital de la provincia de Misiones, es de unos 60 km. y se puede acceder fácilmente por carretera.