La Ruta Jesuítica es el mejor secreto guardado del Paraguay. Paraguay cuenta actualmente con 8 pueblos jesuíticos Guarani, de los 30 que se construyeron en el territorio de Paraqvaria en los siglos XVII y XVIII. San Ignacio Guazú es la más antigua de las ciudades jesuíticas guarani de la antigua Provincia Paraqvaria, situada en el departamento de Misiones y actual capital del Arte Barroco Guarani, donde destaca el Museo Diocesano de Arte Jesuítico Guarani, con sus notables tallas. La Ruta sigue hasta Santa María de la Fe, en el que la artesanía de sus pobladores destaca por su colorido, su peculiar bordado y originalidad. Continua el viaje al pueblo de Santa Rosa de Lima, que guarda, en la Capilla de Loreto, el único fresco de pintura de aquella época aún existente y mantiene la tradición del pueblo jesuítico guaraní de Santiago Apóstol y el encanto de su plaza mayor.
Las mayores obras en la edificación de la época fundacional jesuítica guarani, nos trasladan al departamento de Itapúa, donde el pueblo guarani jesuítico de San Cosme y San Damián transciende en la ciencia y el conocimiento del cielo guarani, gracias a los trabajos y estudios sobre Astronomía del Padre Buenaventura Suárez, quien construyó telescopios, cuadrantes astronómicos y un reloj de sol empleando materiales que podía obtener en la propia misión, como cristales de cuarzo que encontró a orillas del Río Paraná para confeccionar las lentes. Actualmente acoge el Centro de Interpretación Astronómica Buenaventura Suárez en homenaje al sacerdote jesuita que construyó el segundo observatorio del continente en el propio recinto.
La Misión de Nuestra Señora de la Encarnación de Itapúa, actualmente ciudad de Encarnación y conocida como la Perla del Sur, es la Capital de la Ruta Jesuítica y el escenario de una de las mayores conquistas en aquella época: la libre encomienda de esclavos reivindicada por los guaraní. La Plaza Central actual, llamada De Armas, fue el escenario de la antigua misión de Itapúa, fundada por el único santo paraguayo y jesuita, San Roque González de Santa Cruz.
La inmortalidad de aquel modelo de organización entre guaranies y padres jesuitas, resplandece en la magnitud de la obra de la Misión de Santísima Trinidad del Paraná y la Misión de Jesús de Tavarangué, ambas misiones declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad, donde la mística grandiosa de aquella civilización perdura hasta el día de hoy en el idioma guarani, el arte, la música, la ciencia, la arquitectura, las costumbres y la gastronomía de una identidad única en el pueblo paraguayo.
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